Steven Simpson cumplía 18 años el pasado mes de junio y decidió
invitar a unos “amigos” a su fiesta de cumpleaños. Steven Simpson era gay, epiléptico,
tenía dificultades en el habla y en el aprendizaje, y estaba diagnosticado con síndrome
de Asperger.
En medio de su
fiesta, sus “amigos” comenzaron a burlarse de él y le obligaron a desnudarse y
a bailar mientras pintarrajeaban palabras
ofensivas y obscenidades en su
cuerpo. Luego lo rociaron con aceite bronceador y le prendieron fuego en los
genitales.
Steven Simpson
fue llevado al hospital pero murió 2 días después.
Jordan Sheard de
20 años fue acusado del asesinato de Simpson y sentenciado a solo tres años y
medio de prisión. No he leído de nadie más acusado o investigado por este
horrendo crimen a pesar de que estoy totalmente seguro de que Sheard no podría haber
hecho nada si no hubiera contado con el apoyo del resto del grupo que
participaba en la fiesta. Y cuando digo apoyo me refiero a complicidad directa
y también a silencio.
Ante este hecho
tan horrible no puedo evitar preguntarme donde estaban los padres de Steven
Simpson mientras todo esto ocurría. ¿Por qué las personas que estaban presentes
no impidieron que las burlas y las ofensas comenzaran? ¿Por qué no pudieron detener
esta atrocidad a tiempo?
No escribo para
juzgar…solo para comunicar y desahogarme…
Dios es quien
juzgara a los jueces, a los asesinos, a los cómplices, a los políticos, a
quienes callaron, a quienes apoyaron en silencio, a quienes no intervinieron, y
a nosotros por no hacer nada ahora mismo.
Dios me va a
juzgar a mí por conformarme con escribir esto, publicarlo y creer que con eso
he hecho una diferencia en la suerte de Steven Simpson…perdóname Señor por ser
tan cobarde…
El Señor dijo que
cada vez que a uno de sus pequeños le hacían algo así, se lo estaban haciendo a
El mismo…por tanto este crimen contra Steven es un crimen contra el propio Jesús.
Nuestro silencio ante el sufrimiento y la muerte de este pequeño es silencio
ante la tortura y la muerte de Jesús.
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