sábado, 2 de mayo de 2009

Jesús y la Homosexualidad

No existe registro alguno de palabras de Jesús sobre relaciones homosexuales, ni en los Evangelios canónicos, ni en los llamados “evangelios gnósticos” descubiertos en Nag Hammadi en 1945. Este es un hecho revelador. Como sugiere Victor Furnish, esto implica que Jesús no tenía nada en particular que decir sobre el tema, y que la homosexualidad no era un asunto que preocupara a la naciente Iglesia, que fue la que preservó sus discursos. Sin sus declaraciones es imposible decir que es lo que Jesús pensaba sobre la homosexualidad. Pero en este caso sus acciones pueden hablar más alto que sus palabras, ya que tenemos una evidencia de que Jesús se encontró con una pareja homosexual masculina durante su ministerio.
Mateo 8: 15-13 y Lucas 7: 1-10 narran la curación milagrosa del siervo del centurión. Aunque hay algunas diferencias interesantes en los detalles de los dos pasajes, las similitudes son enormes; especialmente cuando se alinean, palabra por palabra, los textos en el original griego, Los eruditos bíblicos están de acuerdo en que ambos pasajes proceden de la misma fuente escrita. Siendo así, podemos concluir que ambos pasajes de Mateo y Lucas hablan del mismo suceso.
Ambos pasajes citan la frase del centurión diciendo que él no es digno de que Jesús entre en su casa. Qué cosa más sorprendente. El centurión utiliza dos palabras griegas distintas cuando se refiere a sus sirvientes. Se refiere al que está enfermo como “mi chico” (pais en Griego). Esta palabra significa chico, pero también puede hacer referencia a sirviente, e incluso a hijo. Se refiere a alguien joven y sólo como expresión de cariño a un adulto. Probablemente esta palabra se utilice para hablar de esclavos utilizados como objeto sexual por sus amos, y hay evidencia extra bíblica de que pais es ciertas ocasiones significa amante. En contraste, el centurión hace referencia a sus otros esclavos usando el vocablo griego doulos. Esta es la expresión genérica para esclavo o sirviente.
Mateo siempre se refiere al esclavo del centurión como pais. Leyendo este Evangelio uno pudiera pensar que el centurión está preocupado por su hijo. Pero Lucas, excepto cuando cita las palabras textuales del centurión, se refiere al chico como doulos. Lucas revela además que el muchacho era muy valorado o querido (usando la palabra griega entimos) por el centurión. Además, Lucas resalta que el centurión construyó la sinagoga local, lo que da a entender que era rico. Es sorprendente que ambos, Mateo y Lucas, preserven la frase exacta del centurión, cosa que marca la diferencia entre su país y su douloi.
¿Qué podemos sacer de todo esto? Primero, que debido al énfasis de Lucas, está claro que el sirviente era efectivamente un sirviente (doulos) y no el hijo del centurión. Y como indica Mateo, el sirviente era joven (país).
Segundo, sabemos que el chico era apreciado (entimos) por el centurión. Esta palabra podría significar varias cosas. Primeramente, quizá el centurión pago un alto precio por él y no quería perderlo. Pero esto no cuadra con el contexto. El centurión era rico, y aunque suene triste, podía ir fácilmente al mercado y comprar otro esclavo. Otra razón seria que fuera un siervo muy habilidoso y experimentado, una persona clave en la administración de su casa. Pero esto tampoco encaja, ya que el chico era joven. Finalmente, entimos podría implicar un lazo emocional. Este es al parecer el mejor significado.
¿Cuál era entonces la relación existente entre el centurión y su siervo? No existe modo de saberlo con certeza. La evidencia histórica es escasa. Existe la posibilidad de que el centurión fuera simplemente un hombre bueno y estuviera preocupado solamente por la muerte de un esclavo enfermo. Pero esta interpretación sentimental es moderna. Está desfasada en relación a las severas condiciones de vida del Imperio Romano del primer siglo. Entonces, ¿Qué fue lo que llevó a un centurión romano a preocuparse de esta manera por un esclavo?
Era muy común que los amos usaran a sus esclavos como objetos sexuales. También era común que los soldados que estaban lejos de su hogar tuvieran compañeros sexuales masculinos. El centurión y el chico esclavo eran probablemente una pareja sexual. En este caso en particular, como ocurría a menudo, el centurión probablemente se enamoró del joven. La explicación más razonable para el comportamiento del centurión con respecto a su esclavo es que fueran amantes.
Sin dudas Jesús estaba al tanto de estas cosas. No era tonto. El sabía todo lo que ocurría a su alrededor. Así que tenemos un caso donde Jesús efectivamente se tropezó con una pareja de homosexuales enamorados. La reacción de Jesús es muy instructiva. El elogió la fe del centurión y devolvió al joven al centurión lleno de buena salud.
¿Pensaba Jesús que la homosexualidad estaba bien? No sabemos lo que pensó Jesús. Todo lo que sabemos es lo que dijo e hizo. Por lo menos podría sacarse una lección de compasión: los tiempos de enfermedad y muerte no son tiempos para predicar el fuego del infierno y la condenación. En la era del SIDA, los líderes religiosos podrían sacar buen provecho de esta enseñanza.
Pero el incidente del siervo del centurión parece tener más amplias implicaciones. Sobre la base de la evidencia, uno podría argumentar que Jesús no estaba preocupado por las relaciones homosexuales de su época. Adamas, Mateo y Lucas ni siquiera se toman la molestia de hacer de esto un asunto polémico. Todos ellos centraron su interés en la fe y la buena voluntad, no en las prácticas sexuales.
Tenemos que entender las cosas en su contexto histórico si queremos proclamar que sabemos que es lo que enseña la Biblia. Tenemos que ser cuidadosos de no proyectar nuestros puntos de vista en Jesús y en su época. El hecho es que las relaciones homosexuales eran muy comunes en esos tiempos. Sin dudas, Jesús lo sabía. Y no hay ningún registro de sus palabras haciendo un problema de este asunto; ni siquiera, cuando se enfrentó con el cara a cara.

Este trabajo es la traducción de un fragmento del capítulo ocho del libro What the Bible Really Says About Homosexuality de Daniel A. Helminiak, Ph. D. Millenium Edition, Alamo Square Press, New Mexico, 2000.