lunes, 1 de agosto de 2011

Gays cristianos se reúnen en un sótano de Chueca para compartir su fe

Cuarenta hombres asisten a una celebración en el corazón de Chueca, el barrio gay de Madrid. Es una noche de sábado más. Pero no, no gira ninguna bola de espejos sobre ellos ni se escucha música de baile. El conductor del evento recuerda que un día como ese, víspera de Pentecostés, hace cinco años, un puñado de fieles creó Crismhom, Cristianos y Cristianas de Madrid Homosexuales. Acto seguido lee la primera carta del apóstol San Pablo a los corintios. Entonces, eran cuatro o cinco. Actualmente, cuentan con 150 asiduos a sus oraciones ecuménicas, encuentros formativos y retiros espirituales.
El acto tiene lugar en un sótano y resulta inevitable imaginar la primitiva iglesia, aquella que se refugiaba en catacumbas para escapar de la hostilidad de los poderes establecidos. «¿Catacumbas?», sonríe Xavier F., presidente de la entidad. «Si se refiere a la oficial, sí, pero nosotros nos consideramos parte de la Iglesia como cuerpo místico, como comunidad de creyentes, de seguidores de Cristo. No estar reconocidos no nos condiciona. Nos sentimos muy orgullosos de ser unas personas normales, cristianas y gays».